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Carlos Gabriel Vertanessian regresa a Chivilcoy y a la Biblioteca para presentar su libro ‘Primeras’

  • Foto del escritor: dlcchivilcoy
    dlcchivilcoy
  • 28 ago
  • 3 Min. de lectura

El sábado 30 de agosto a partir de las 19 en la Biblioteca Popular ‘Dr. Antonio Novaro’, el reconocido fotógrafo y escritos, Carlos Gabriel Vertanessian estará presentando su libro denominado “Primeras” donde nos cuenta la historia de las argentinas y la fotografías entre los años 1840 – 1870.

“Las argentinas y la fotografía: 1840 – 1870, con un capítulo sobre Juana Manso y su relación con Chivilcoy. Una investigación que indaga sobre la primera reacción de la mujer a la llegada de la fotografía, tanto como sujeto a fotografiar, como las primeras mujeres fotógrafas del país”.

“Vertanessian ofrece una historia de la fotografía con un foco singular en las mujeres enriqueciendo la idea y la práctica de la historia misma, una historia cultural de lo que la fotografía inauguró, el modo de ver moderno a través del cual esas mujeres construyeron y nosotros hoy seguimos construyendo nuestra propia imagen”, escribe acerca del libro, Alejandra Uslenghi, profesora asociada, Northwestern University.

Carlos Gabriel Vertannesian es coleccionista e investigador de la cultura visual de nuestro país, con particular atención al siglo XIX, de reconocida trayectoria en el país y en el exterior. Es miembro de la Academia Nacional Sanmartiniana, de la Academia Nacional Browiana, del Instituto Bonaerense de Numismática y Antigüedades, entre otras instituciones.

Se especializa en los más tempranos procesos fotográficos. Autor de varios libros y artículos.

Vertanessian tiene la mayor colección de daguerrotipos de Latinoamérica. Es el primer miembro del directorio de "The Daguerreian Society" que no es de origen norteamericano. La fotografía está en su familia desde chico y hoy es el archivista de su memoria fotográfica. En el 2019 viajó por primera vez a Armenia como jurado y fotógrafo honorífico, invitado al primer Festival Internacional de Fotografía de Armenia.

Un daguerrotipo del Almirante Brown fue el puntapié inicial para su primer libro. El no daguerrotipo de Rosas hizo que lo buscara durante ocho años y terminó en otro libro. Actualmente, Carlos Vertanessian está escribiendo uno sobre su propia colección.

Vertanessian ya estuvo en la Biblioteca Popular “Dr. Antonio Novaro” de Chivilcoy, en la apertura del ciclo de conferencias conmemorativas por los 150 años del fallecimiento de Juana Manso y justamente su regreso a la ciudad, con presentación de libro incluida, también forma parte de ésta propuesta de recordar a la educadora y escritora, iniciativa de Juan Manuel Tiscornia que se lleva a cabo en la Biblioteca también como parte de la celebración por los 130 ininterrumpidos del funcionamiento de la institución.

Bajo el título “La educadora y el escamoteador de almas. Juana Manso y la fotografía”, Vertanessian —especialista en patrimonio fotográfico— propuso una lectura novedosa sobre la vida de Manso: su relación con la imagen y el retrato fotográfico como forma de afirmación personal y política.

A partir de un dato facilitado por la profesora e investigadora Karina Belleti —quien ha estudiado extensamente la figura de Juana Manso—, Carlos Gabriel Vertanessian inició una línea de investigación poco explorada: su relación con la fotografía.

Ese mismo año, Manso había pronunciado un encendido discurso en Chivilcoy, al fundarse la biblioteca pública local. En él, instó a las mujeres a hacer de la lectura un refugio y una fuente de emancipación. Donó 144 libros de su colección personal y fue reconocida por la comisión organizadora como “Fundadora de esta primera biblioteca pública de la provincia”.

Fue la propia biblioteca la que costeó la realización de un retrato de gran formato para exhibir en su sala de lectura. La elección de la cámara de Bartoli respondió a la necesidad de obtener una imagen de alta calidad para ese fin. Manso posó con su “túnica de tela oscura”, su único atuendo ceremonial, lo que habla de su modestia y de la solemnidad del momento.

El retrato —exhibido durante décadas y hoy conservado— fue mucho más que una fotografía: fue un gesto político y una respuesta pública. En tiempos en que era cuestionada por su aspecto, por hablar en público y por defender la educación femenina, esta imagen representó una afirmación de dignidad y carácter. Manso valoró que la imagen no buscara idealizarla, sino reflejar su “carácter moral”.

Vertanessian encuadra este episodio dentro de un fenómeno mayor: el uso de la fotografía como forma de autorrepresentación por parte de mujeres y sectores excluidos. En su próximo libro Primeras. Las argentinas y la fotografía. 1840-1870, explora estos casos fundacionales, donde la cámara funcionó no solo como un registro, sino como una herramienta de lucha por el reconocimiento.

La experiencia de Juana Manso, en ese sentido, resulta pionera. Su retrato no fue fruto del narcisismo ni del decoro burgués, sino de una necesidad de afirmarse frente a una sociedad hostil. En un tiempo en que la imagen pública femenina era celosamente controlada, Manso hizo de su retrato un acto de soberanía personal.

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