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“Como pediatra y ahora que hago el balance, pelee toda la vida por un niño sano en un mundo mejor"

El Dr. Juan Manuel Iglesias llegó a los 52 años ejerciendo la medicina. Es un reconocido pediatra chivilcoyano que desarrolló su profesión con la misma pasión y vocación desde el primer día. Asimismo, supo ocupar distintos cargos públicos en Chivilcoy y otras ciudades relacionados al ámbito de la salud.

En realidad se jubiló por la pandemia pero su intención era seguir atendiendo al sentir que tenía mucho más para dar ahora desde la experiencia.

“Mi vida fue chivilcoyana siempre, cuando estaba en Buenos Aires estudiando tenía el deseo de venir nuevamente a vivir a Chivilcoy, tanto cuando estudié medicina como cuando estudié pediatría”, expresó Iglesias.

Asimismo, exclamó: “Cuando vine a Chivilcoy lo hice con el mayor de los gustos y llegué en una época muy distinta, con un Hospital que no se parece al de hoy en nada”.

“Volví a Chivilcoy con el título de pediatra en el año 1968, la entrada era por la Avenida Lamón, recién en el 78, diez años después, se habilitó la entrada por Hijas de San José”, recordó, y agregó: “Los médicos antes hacíamos consultas y visitas, el pediatra era médico de consulta del médico clínico, los que atendían a los chicos eran ellos que hacían de médicos de la familia. Cuando tenían algún problema de diagnóstico, tratamiento, que no les quedaba claro entonces llamaban al pediatra en consulta”.

-¿Cómo fue evolucionando la pediatría?

-Cuando yo vine, el pediatra no hacía la atención del recién nacido, recién se estaba empezando a hacer e insistimos mucho sobre el tema con el doctor Crespo Duberty, con el doctor Eduardo Rafael, con Héctor Santilli. Empujamos mucho la presencia del pediatra en el momento del parto porque nos llamaban cuando había problemas y ya te encontrabas con un recién nacido deprimido, con situaciones de estrés para todos y más grande el problema para el chiquito que para nosotros.

Todo eso se fue corrigiendo, hay que tener en cuenta que el primer congreso que se hizo de neonatología en Argentina fue en 1970, dos años después que vine se estaba hablando de neonatología recién, estaba todo muy en pañales.

-¿Cómo se manejaban?

-El pediatra tenía que ir a la casa a hacer la consulta, muchas veces fui con el clínico, me venía a buscar y veíamos al chiquito entre los dos. Era muy común que los padres no sacaran a ningún chico con fiebre, había una especie de conducta del médico de evitar la salida con fiebre. Había mucho más respeto por la fiebre que ahora es decir, ahora los chicos andan con fiebre jugando en la calle.

En aquel momento te metían en cama, te ponían el termómetro a cada rato, te ponían paño frío en la cabeza; había varios cucos que tenía la población pero también había muy pocas vacunas. Todavía estaba haciéndose la vacuna antivariólica, había vacuna triple, la bcg pasó en el año 70 a ser inyectable porque antes era por vía oral y, en la década del 70 aparecieron las vacunas salvadoras. Apreció la vacuna para el sarampión que era todo un problemón por ejemplo. Después, siguieron apareciendo más vacunas.

-¿Qué enfermedades prevalecían?

-En esa época murieron chiquitos de sarampión, viví complicaciones de rubeola muy graves, chiquitos que estaban con algún tratamiento previo a agarrarse la rubeola cuando uno cree que es una pavada hay chicos que tuvieron cuadros muy severos, con enfermedades que hoy no se ven. Toda esa historia fue pasando y la pediatría fue progresando, como el progreso de la medicina.

-¿En qué aspectos fue avanzando la pediatría?

-Cuando vine el Hospital tenía un equipo de rayos y los análisis había que llevarlos, las muestras de sangre con la ambulancia se traían al centro donde estaban el doctor Rangoni, el doctor Jorge y el doctor Ascheri, que eran los tres químicos que recibían las muestras del Hospital en su propio laboratorio. Era poco común que el químico fuera al Hospital. Todo eso cambio, la medicina es muy diferente y el rol del pediatra se fue afianzando. El médico de adultos reconoció la concepción de la medicina infantil que tenía el pediatra, por eso habíamos estudiado.

Apareció el pediatra en la sala de parto y apareció el pediatra como médico de los niños pero, por mucho tiempo, los chiquitos cuando tenían cinco a seis años desaparecían del consultorio del pediatra, iban al clínico. Uno tuvo muy buena relación, salvo alguno que era un poco huraño al médico pero con el correr de los meses me fui haciendo amigo de todo el mundo acá en Chivilcoy.

-¿La demanda de pacientes?

-No hacía un año que estaba en Chivilcoy y tenía el consultorio lleno, no sé si porque sabía, porque me preocupaba, porque era un negro simpático, porque era de Chivilcoy pero me vi saturado de trabajo, me vi durmiendo poco, durmiendo con la chaqueta puesta, atendiendo el timbre de mi casa en cualquier momento porque no había guardia, no había nada, saliendo a la calle con el auto que lo dejaba en la vereda. Trabajé y trabajé, tuve la suerte además de ir a trabajar a Alberti, donde existen los Vaccareza, los Albizatti, con Raulito Vaccareza fuimos compañeros de estudio, el papá fue quien me dijo ‘Juan Manuel venite que no tengo pediatra’. Empecé a ir una vez por semana y fui 30 años.

-¿Dejó algo a cambio de la pediatría?

-Toda una historia de vida que hoy me revitaliza pensar que hice todo eso porque me integró a esta pediatría que tanto quiero. Por la pediatría también abandoné la plástica, la pintura aunque siempre estoy trabajando. Siempre que veo una hoja canson, me encuentro con un color y un pincel, algo hago. Eso se lleva muy adentro y lo aprendí con Leontina Poch, siendo alumno de ella en la casa y siendo alumno en la Academia De La Cárcova. Le agradezco a Leontina que me haya tenido siempre en su corazón y me haya considerado casi un hijo, para ella yo fui Juancito hasta que se murió y yo la quise siempre como una profesora madre. Ella me hizo querer mucho el arte.

-¿Tenía previsto jubilarse?

-Pediatría en Chivilcoy ejercí 52 años, me jubilé el 20 de mayo a raíz de la pandemia cuando yo no esperaba jubilarme porque me siento física y psicológicamente muy bien, intelectualmente estoy enterito, no me olvido de nada, lo que aprendí, estudié. Al contrario, me siento con el aplomo que te da la experiencia. Cuando uno acumula años y va a aprendiendo en esos años, sino sería simplemente antigüedad.

Con esa experiencia, bagaje importante a mi edad casi te diría que se divierte en el consultorio, es decir, para mí atendiendo tanto al niño sano como niños enfermos, a divertirme y a sentirme seguro con el enfermo.

-¿Cómo define su paso por la pediatría?

-Siempre fui fiel a la norma que se estableció en el año 1973, en el Congreso Mundial de Pediatría en nuestro país. Ese año se instituyó el Día de la Pediatría porque en realidad, la Sociedad Argentina de Pediatría funcionaba desde un pequeño grupo a partir de 1911. El lema que se adoptó en aquel Congreso fue ‘Por un niño sano en un mundo mejor’. Uno como pediatra y ahora que hace el balance, peleó toda la vida por un niño sano en un mundo mejor. Realmente, trabajé mucho por la alimentación al pecho, por la prevención de accidentes, por el tema de las vacunas pero no solo, trabajé con el resto de los colegas. No es que yo inventé sino que me integré a grupos, pediatras que marcaron esa conducta y modo comunicacional que tenemos ahora con la gente. Todo nace con un compromiso, ese compromiso por un niño sano en un mundo mejor, que a mí me caló hondo y me quedó en mi carrera”.

-¿Su parecer de esta pandemia?

-Cuando el tema de preocupación colectiva que es la pandemia empiece a soltar un poco las amarras nos vamos a encontrar, seguramente va a ser el año que viene y cuando haya una cuota de población bien amplia vacunada. No es ahora ni antes de fin de año, es después. Creo que nos podemos empezar a vacunar el año que viene en el primer trimestre y va a durar todo el año la vacunación, no va a ser fácil. Va a haber muchos que la pasaron más los vacunados, eso va a quitar población susceptible y genera la famosa inmunidad del rebaño, que es cuando la gente está inmunizada por la enfermedad o por la vacuna protege al por ciento restante que no tiene ni vacuna ni enfermedad encima. Para llegar a eso hay que tener más del 50 por ciento de la población que se vacunó o que está enferma y para algunos es el 60. Estamos muy lejos. Nosotros del 60 para arriba tenemos que tener 50 mil pobladores en Chivilcoy que hayan padecido la enfermedad o estén vacunados. Por suerte en la enfermedad son muy pocos y, para la vacuna falta mucho. Es un poco para que razonen que no es aquí y ahora que se terminó el famoso coronavirus que tanto nos sorprendió a partir del primero de enero de este año.





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