“La enfermedad es de autodiagnóstico, estimo que es la única, por eso cuando me presento en el grupo lo hago diciendo que soy Pablo y soy adicto porque el primer paso es reconocer el problema”
La flamante ONG “Comenzar Nueva Vida” reúne a personas adictas y a sus familias. El grupo funciona los martes y viernes de 19.30 a 21 y los domingo de 17.30 a 19 horas en la Secretaría de la Parroquia San Pedro.
Entrevistado en Radio del Centro, Alonso ante todo aclara: “No es un grupo religioso si no de personas que quieren recuperarse de las adicciones, aunque mi mamá participa de la Parroquia y gestionó la posibilidad de realizar nuestras reuniones en la Secretaría debido a que la ONG carece de lugar físico. El Padre Ricardo gestionó un Hogar de Cristo en Luján, un lugar que la Iglesia tiene para trabajar con personas adictas, cuando llegó a Chivilcoy empatizamos a partir de ese trabajo”.
Pablo Alonso se abre a contarnos su historia de vida, de adicciones pero principalmente de recuperación para poder escapar de ellas y además de la conformación del grupo en Chivilcoy como asimismo su actualidad.
-¿A qué edad empezaste a consumir?
-Un proceso lento que requiere tiempo debido a que la enfermedad es lenta y también avanza progresivamente hasta instalarse. A partir de los 14 empecé a consumir alcohol, en principio para probar como suele ocurrir con un joven a esa edad pero en mi caso fui tomando cada vez más, alcoholizarse los fines de semana aunque paralelamente pude sostener una carrera, relaciones, trabajo. Luego de 20 años de consumo sí comencé a tocar fondo, perder relaciones laborales y muchísimo dinero, a los 40 años una vez que me separo y pierdo la relación laboral con mis hermanos como asimismo una empresa de forma literal, decido pedir ayuda y tuve que llegar a ese punto para aceptar que tenía un problema con el consumo.
Arranca una etapa en mi vida de internaciones en psiquiátricos durante 2 o 3 años que fui entrando y saliendo del consumo aunque la mayoría de los adictos busca, que en mi caso también ocurrió, volver a consumir con éxito en relación a poder controlarlo, aunque para una persona adicta es imposible hacerlo.
Un aspecto de la enfermedad es la compulsión en relación a que cuando la persona adicta empieza a consumir luego no puede parar. No obstante, pude sostener la abstinencia intermitente durante 3 o 4 años hasta que tuve un accidente de tránsito, volví a tocar fondo y decidí internarme en una comunidad, hice un proceso, recibí el alta y luego de un tiempo limpio, consideré que podía darme el lujo de tomar un trago debido que al estar bien anímicamente y resolviendo un par de cuestiones, podía volver a controlarlo pero a los 2 meses volví a tocar fondo otra vez, pasé por lugares muy feos, entré en depresión y demás problemáticas.
-¿Cuándo se produce el antes y el después en tu proceso de recuperación?
-Estando en un lugar internado, en época invernal, mi hijo me llama para avisarme que venía a visitar y recuerdo decirle que tenía frío, entonces me trae una bufanda de regalo y al día siguiente me despierto y, en ese momento dormía muy poco porque ni la medicación me hacía efecto, horas más tarde me estaba colgando con la bufanda que me regaló mi hijo en un tirante de madera con la intención de quitarme la vida aunque la intención no fue exitosa; fue el día que me rendí con respecto a soltar, a ya no querer hacer las cosas a mi manera si no a empezar a hacer caso y me di cuenta que mi mayor dificultad era la manera propia de pensar. Siempre estaba buscando en mi cabeza una idea que me resuelva la situación y poder salir a mi manera, pero después de tocar fondo una vez más ya decidí reprogramarme y me obsesioné no con la enfermedad si no con la recuperación.
Como el vacío que tenía era tan grande me di cuenta que ocupándome de ayudar a otras personas salía de mi dolor, de mi culpa, de mi frustración y de mi fracaso, así que empecé a colaborar con uno y con otro hasta tener el alta de la fundación.
-¿A qué te rendiste?
-A mi manera de pensar, a mis ideas, a mi programación y defectos de carácter principalmente son esas emociones negativas que nos hacen tomar decisiones creyendo que son contra otro o querer controlar la situación cuando en realidad es contra nosotros porque nos dejan solos. En principio, hay que hacer caso, sin exponerse a lugares ‘del palo’ y hay muchísimas herramientas. Cuando digo rendirse es pedir ayuda, no es sencillo y todos los días es rendirse, las 24 horas con los compañeros, con la familia, con el trabajo, reconstruir una vida desde el grupo, desde la familia. El primer año es para parar porque no nos conocemos, empecé a consumir a los 14 años y desde ese día tengo mi imagen distorsionada y también la de los demás, tengo que reprogramarme y me lleva mucho tiempo, requiere de información para conocer cómo funciona mi cabeza.
-¿El grupo en Chivilcoy fue iniciativa tuya?
-Cuando decidí venir a Chivilcoy uno de los pilares de la recuperación es el grupo pero en la ciudad no había así que me hice un grupo que inicié junto a un compañero esperando casi 3 meses que viniera alguna persona más, así que decidí hacer pública mi historia y surgió efecto porque actualmente somos 12 las personas que formamos parte del grupo quienes se están manteniendo limpios que es muy importante porque detrás de ellas hay hijos y familiares. En esta clase de situaciones la teoría y la ciencia es fundamental pero lo nuestro tiene más que ver con el amor y nos une el dolor cuando encontramos a otra persona que habla nuestro misma idioma pudiendo ayudarnos entre nosotros donde el valor terapéutico de un adicto que ayuda a otro está comprobado que es mucho más eficiente. Tenemos una frase en el grupo que es ‘seguí viniendo’ debido a que tenemos compañeros que recaen aunque de mantener una concurrencia regular mínimamente un abrazo encontrarán y mientras estén en el grupo no estarán consumiendo.
Las mejores fundaciones que trabajan lo hacen también con las familias para que no se convierten en coadictos en relación a que por ayudar al adicto se olviden de ellos. De hecho, conozco padres que le compran la droga o el alcohol a sus hijos para tenerlos drogados o borrachos pero en casa, son condescendientes con ellos pero hasta que el adicto no toque fondo no cambiará, entonces en lugar de darle los gustos y aquello que pide, deben cerrarles las puertas de sus casas o hacerles una perimetral, aunque suene duro y tengan que pasarla mal, hasta que puedan reconocer el problema y se internen, la idea es inducirlo al fondo y no acompañar a que sigan consumiendo debido que es estirar la agonía.
-¿La adicción es una enfermedad?
-La enfermedad es de autodiagnóstico, estimo que es la única, y por eso cuando me presento en el grupo lo hago diciendo que soy Pablo y soy adicto porque el primer paso es reconocer el problema, caso contrario, es muy difícil que otra persona, un profesional me pueda recomendar algo para después sostener un tratamiento. Luego de reconocer las consecuencias, al afectar todos los aspectos de mi vida, tengo que rendirme y empieza el verdadero camino de la recuperación donde mientras voy haciendo caso y reaccionado me voy reprogramando para tomar mejores decisiones.
Es un problema mental pero también físico y espiritual o emocional, por eso es una enfermedad. Salud mental debe encargarse pero también hay que realizar toda una tarea emocional que hacer también, no existe un tratamiento perfecto ni una sola herramienta aunque estoy seguro que si el adicto no decide parar es imposible que pueda recuperarse, se puede encerrar un tiempo en alguna institución pero luego vuelve a caer.
-¿Están acompañando el proyecto sobre ludopatía?
-Un proyecto que estamos acompañando debido a que Fernando (Cabani) me contactó, hablamos y me pareció muy interesante y necesario, cuando me interioricé y comencé a informarme me di cuenta que mucha gente tiene problemas con el juego que incluso es mucho más difícil de controlar que otras adicciones porque un joven o un adulto actualmente tiene la posibilidad de jugar al alcance de la mano. Conocí el caso de un amigo que a un familiar se le suicidó el hijo de 14 años porque había gastado $300 mil por el juego, existiendo varios casos similares. Decidimos acompañar la iniciativa vinculada a las apuestas online y su impacto en los jóvenes, de la misma manera que acompaña la Parroquia San Pedro a través del Padre Ricardo, sugiriendo agregar al proyecto un taller de educación emocional en los colegios porque esta clase de enfermedades cuentan con una raíz emocional y la posibilidad importante de poder expresarse, como asimismo el Padre Ricardo propone crear un ambiente cuidado para abordar esta clase de adicciones.
, a partir de ahí charlamos y decidimos en conjunto acompañar también el proyecto sobre ludopatía que es muy bueno y además aportamos algunos aspectos.
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