PAGAR LA FIESTA...
Supongamos una fiesta típica de cumpleaños. Hay un grupo de allegados a la persona agasajada que participan del banquete, que llegan a la recepción y disfrutan de todo lo preparado y luego igual en el resto de la velada incluyendo baile con carnaval carioca. Diríamos gente que disfrutó a pleno de la fiesta.
Hay otro grupo de llega para el brindis y torta y participa de las virtudes del disc jockey pero a lo sumo debe conformarse con un mínimo aporte gastronómico. Y por supuesto un tercer grupo que no es invitado y aunque vea la fiesta no tiene acceso.
Finalizada la misma aparece el que trajo el catering, el de las bebidas, el disc jockey, el dueño del salón y los etcéteras que forman parte de estas fiestas y todos quieren cobrar por sus servicios.
Quién paga? Si quien lo organizó es insolvente puede decirles que se lo cobren a los que llegaron para la recepción y disfrutaron de la totalidad de la fiesta. Pero puede ocurrir que éstos son los que tienen mayor poder económico, que contratan habitualmente los servicios de esta gente y que pueden negarse con el argumento de que si les exigen pagarla no contratan más los servicios de estos proveedores. Sugieren tratar de trasladar el problema a los que llegaron más tarde. No es gente de alto poder económico, son muchos y por lo tanto pueden aceptar pagar pensando que en la próxima les toca el total del banquete. Pero es posible que se intente trasladar el costo a los que no participaron que son una gran cantidad, que total están mal y un poco peor es posible que no lo perciban o incluso que lo toleren a partir de la firme promesa que en la próxima, por lo menos al brindis van a ser invitados.
Si lo que hasta aquí leyó y no sabe por qué estoy escribiendo y describiendo una posible situación le pido que asocie lo leído a la situación del país y lo vivido en muchos años.
Hemos considerado a los recursos económicos como si fuesen infinitos, que podíamos resolver todos los problemas sin esfuerzo y por la gracia y voluntad generosa de quien gobierna. Que tenemos muchos derechos pero pocas o nulas obligaciones. Que el esfuerzo es algo que está “fuera de moda”. Que lo hicieron nuestros mayores pero que ahora es cuestión de pedir y encontrar al que ofrece lo que requerimos. Que “todo es gratis”, la educación, la salud, los servicios, las obras, etc. Por culpa de los continuos organizadores de fiestas hemos llegado a una situación muy complicada, se han acumulado demasiadas deudas. No tenemos más posibilidades de “sacar fiado” y una gran mayoría ha llegado a la conclusión que hay que achicar la deuda.
La decisión de quién y cómo se paga la fiesta es justamente la más compleja respuesta. Los factores de poder inciden muy fuerte en estos temas ya que en el fondo “nadie está dispuesto a pagar las fiestas pasadas”……Con suerte se pueden encontrar voluntarios para aportar a futuro principalmente si piensan que van a obtener o mantener los beneficios que sólo algunos disfrutaron.
Aquí entra a tallar el poder político. De su fortaleza o debilidad surgirá la energía para distribuir las cargas de manera justa o no. Asumiendo el inquebrantable compromiso que es “la última fiesta” y que se toma la decisión de comprometer la participación de todos aquellos sectores que estaban excluidos aunque se logre que transitoriamente algunos sólo lleguen al brindis.
Es imprescindible que la dirigencia política y en mayor grado quienes pertenecen a la fuerza que gobierna asuman con responsabilidad su función porque justamente la mala praxis de un gobierno la pagan “los que no estuvieron en la fiesta” . Puede ser distinta esta vez? Habrá que esperar la presentación completa del plan de gobierno para poder opinar con mayores fundamentos.
Ing. Eduardo A. De Lillo
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