“Las políticas centrales en primera instancia pasan por tratar de ordenar la macro"
Un informe de la Fundación Agropecuaria para el Desarrollo de Argentina (Fada) dio cuenta que el Estado argentino se queda con el 74,5% de la renta agrícola del productor.
Según el mencionado reporte, si el productor alquila el campo, directamente se le va el 100% de lo que produce. Por de la sequía y el atraso cambiario, la tajada que se lleva el Estado subió 13% con respecto al año pasado, sostienen.
Entrevistado en Radio del Centro, el economista en Jefe de FADA, David Miazzo, confirmó lo expuesto en la introducción de la nota pero también se refirió a la realidad económica que se encuentra atravesado el país y el movimiento posterior a las P.A.S.O.
-¿La participación del estado en la renta agrícola?
-Una participación del estado en la renta alto debido principalmente a la sequía que hace caer la renta y por la estructura tributaria que tenemos, principalmente por efecto de los derechos de exportación que actúan sobre el precio bruto de los granos no reconoce de ninguna manera una caída de la renta por la sequía o una baja de precios, generando que en el mes de junio la participación del estado en la renta, es decir los impuestos sobre la renta agrícola, terminan representando el 74,6% como el caso de soja que fue del 83,5%.
-¿Aumentó algún impuesto?
-El único movimiento relevante que tuvimos es algún aumento en el derecho de exportación de 2019 en adelante, el resto de los impuestos se mantuvo relativamente estable pero en la forma que tenemos de medir el índice en relación a los impuestos sobre la renta agrícola no está afectado únicamente por los impuestos si no justamente por la renta agrícola donde incluso el indicador sube pese a no haber subas de impuestos. Teniendo en cuenta el funcionamiento de los impuestos, se llevan una mayor parte de la renta cuando hay una sequía tan profunda como la ocurrida este año donde el productor tiene mucha menos renta pero los impuestos continúan significando la misma proporción que el precio y está uno de los grandes problemas del derecho de exportación.
Otro de los impuestos como el de las ganancias reconoce la pérdida de rentabilidad que genera un efecto adverso.
Tenemos un aumento por efecto de sequía cercano a los 10 puntos, números entre el 64 y 66 por ciento en los últimos dos años, mientras que últimamente se incrementó cerca de 10 puntos por efecto de la sequía básicamente. En este momento, el estado se lleva ¾ de la renta que genera la producción agrícola y aquello que no es impuesto se reparte entre el resultado de la producción en sí misma y la renta de la tierra. Por lo tanto, en esta campaña terminamos observando que el resultado de la producción en promedio fue negativo y el restante 25% que no se va en impuestos, se termina llevando la renta de la tierra que en muchos casos puede ser un alquiler en caso de tratarse de alquiler en un campo rentado.
-¿La campaña 2023 en relación a la 2022?
-Se produjo en 2023 de la mitad en relación a 2022 que tampoco fue un año bueno porque también tuvimos sequía aunque en la comparación con 2023 terminó siendo buenísimo. Esta campaña se produjo la mitad en relación al año anterior y para dimensionarlo tenemos el impacto en ingreso de divisas que este año estará en 20 o 25 mil millones de dólares menos que el año anterior, también el impacto flete para tomar otro sector y de cada dos camiones que trabajaron en la campaña del anterior ahora se encuentra trabajando uno solo siendo aquello que luego se siente en toda la actividad económica que termina rodeando a todo el interior productivo.
El año 2022 fue un año récord no tanto impulsado por los volúmenes si no por los precios, principalmente en el primer semestre del año anterior a raíz de la guerra Rusia – Ucrania que elevó los precios de los granos que exportamos y tuvimos un 2022 récord pero este año será uno de los más bajos de la historia que solamente se va a comparar con otro de los meses de sequía relativamente importante.
-¿Qué sucede con el tipo de cambio?
-El tipo de cambio se encuentra metido en los modelos que utilizamos, aunque no así el último movimiento porque recién la próxima edición del índice se publicará en septiembre, ocasión donde si lo captaremos. Los números actuales afectan en primera instancia el tipo de cambio oficial que sufrió una devaluación y subió un 22 por ciento que claramente impacta; también impacta positivamente por el lado de los ingresos debido a que están sujetos al dólar oficial e impacta negativamente en dos tercios de los costos dolarizados como insumos, fertilizantes. Mientras que, en el resto de los costos de producción termina impactando un poco más la inflación en general que afectan sobre algunos costos más pesificados pero que a la larga terminan estando también dolarizados como los fletes, las labores, ya que los precios de los bienes de capital como la maquinaria agrícola, el camión termina estando dolarizado y el precio de los principales insumos también. El gran problema de la suba del tipo de cambio obedece a que la inflación se la comerá muy rápidamente y en dos meses estaremos en la misma situación. Asimismo, no impacta necesariamente tanto en los costos, aunque se filtre, pero sí en las expectativas de la suba de cambio libre que continúan generando una brecha cambiaria del 100% que termina impactando en las decisiones de comercialización y es de esperar que sigan transcurriendo de forma lenta a excepción que el gobierno decida sacar nuevamente alguna clase de dólar agro, maíz o soja.
-¿El dólar agro funcionó o no funcionó?
-El dólar agro funcionó desde la perspectiva que tenía el gobierno en relación a adelantar exportaciones y en tal sentido, la edición del dólar soja como el dólar maíz funcionaron en relación a que los productores aprovechen el mejor tipo de cambio, salgan a vender y se traduzca en mayores exportaciones con respecto a que puedan ingresar dólares. No es que termina generando nuevas exportaciones si no los que iban a darse en los meses subsiguientes y lo único que logra es adelantarlas un par de meses pero después al gobierno no le terminan sirviendo tanto porque 2 mil millones de dólares del ‘dólar maíz’ son 10 días de importaciones. Tampoco son montos que vayan a cambiar la tendencia de la economía y el mercado cambiario.
-¿Las prioridades en cuanto a políticas orientadas al sector agropecuario?
-Las políticas centrales en primera instancia pasan por tratar de ordenar la macro debido a que ninguna actividad económica puede funcionar con una inflación superior al 100% y creciendo con una inestabilidad del tipo de cambio, con una brecha cambiaria del 100% ninguna actividad funciona correctamente, entre ellas el campo. La carga tributaria y derechos de exportación existe, además de Argentina, en Rusia que lo utiliza de modo geopolítico. Las restricciones sobre las exportaciones como volúmenes de equilibrio en maíz y en trigo, las restricciones a las exportaciones de carne solamente existen en Argentina y en ningún otro relevante en términos de producción agropecuaria, generando un apoyo negativo y no incentiva a la producción. Nuestro país va en contra de la corriente a nivel internacional con derecho de exportación y restricción a las importaciones, además de una brecha cambiaria del 100%.
-¿A qué atribuye la realidad económica del país?
-Ocurre por la combinación de varios factores pero principalmente estar privilegiando lo urgente por sobre lo importante y se terminan colocando parches sobre parches más una necesidad fiscal del gobierno de intentar recaudar a toda costa con un efecto colateral sobre la producción en relación a producir menos de aquello que se podría en una situación normal.
Ante todo tenemos la devaluación del tipo de cambio oficial que no está tan relacionado al resultado de las elecciones y era algo que el gobierno venía postergando donde tarde o temprano lo iba a hacer porque, pese a que no sirva porque la inflación se lo comerá muy rápidamente, era insostenible la situación de reserva. La disparada del blue, algunos situaciones con los bonos y acciones sí probablemente tenga mucho que ver con el resultado en relación a la incertidumbre que se genera con un resultado muy abierto repartido en tres tercios sin mucha claridad de aquello que pueda ocurrir en octubre.
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